EL CIERRE DEL PROYECTO
EL CIERRE DEL PROYECTO
Desde el primer día del proyecto debe visualizar el destino y el camino para
llegar al mismo. Nos imaginamos cómo será esa situación final en que los interesados
“han alcanzado o superado sus expectativas” y queremos hacer todo lo posible para
llegar a ese destino.
Un director de proyectos debe reconocer que el proyecto que acaba de iniciar
es una fuente de problemas que desconcertará y molestará a mucha gente que tendrá
que cambiar su forma de trabajar, en el que ocurrirán muchos problemas, conflictos,
crisis inesperadas; en el que su éxito dependerá de que un grupo de personas que no
han trabajado j untas acaben siendo un equipo cohesionado y sinérgico; en el que los
contratos que su empresa firmará con terceros para que hagan ciertas partes del
proyecto podrían terminar en los tribunales, etc. Todo este “entuerto” debe deshacerlo
el director del proyecto, por tanto es muy natural que se imagine ese último día en que
ocurre el cierre efectivo y por fin termina todo: Ha convocado al patrocinador y un
subconjunto representativo de interesados. Ha elaborado una presentación que ha
ensayado a conciencia. Se ha puesto su mejor traje, ha preparado la sala, el
proyector, los interesados ya han llegado, es la hora. Comienza por fin esa ceremonia
llamada “presentación de fin de proyecto”, pero en su cabeza, esta presentación tiene
este otro título: “Adiós, me voy”.
Seguramente, esta forma de pensar tiene fuertes implicaciones psicológicas.
¿No resulta un poco alienante que eso que nosotros hemos creado con tanta ilusión,
“nuestro proyecto”, queramos hacerlo morir desde el primer día? Sin embargo, esto es
precisamente lo que se espera de nosotros: comenzamos, ejecutamos y cerramos
proyectos. Cuando has pasado por esto muchas veces, te acabas acostumbrando a
esta última parte.
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