6 Ética de las Finanzas 180718
93 Segunda parte
Cuando estos ingredientes fallan, o falla la racionalidad de los agentes, los especuladores en los mercados entran en una espiral de inversión, lo que conocemos como una burbuja especulati- va. Las burbujas han sido una constante en la historia de las finanzas: los precios de los activos financieros suben de forma desorbitada para después caer a plomo. Las burbujas comienzan con un cambio en la economía real que genera oportunidades de crecimiento para las em- presas o los países. Los inversores tradicionales son conscientes del cambio y entran en la fase de euforia, compran acciones o bonos y se produce la subida de precios. Los especuladores no profesionales son atraídos por esa subida de los precios. En el proceso de entrada de los neófitos el precio sube aún más, con lo que sigue atrayendo a nuevos especuladores. Son los agentes de mercado más informados los que, conscientes de la insostenibilidad de tal subida, empiezan a retirar sus posiciones, y con la bajada arrastran al especulador a la venta. El proceso de reducción en el precio se precipita entonces en una caída brusca. Para que la especulación resulte catalizadora de este movimiento de ascenso y caída bruscos, es necesario que un número suficientemente grande de operadores no estén interesados en el valor en sí sino solo en la posibilidad de venderlo rápidamente con ganancia. Es, como vemos, un problema de dimensión: cuántos especuladores hay en el mercado por relación a cuántos inversionistas de plazo más largo. Si la proporción es mayor de la adecuada, la función básica de la especulación como proveedora de liquidez se pierde, pasando a ser peligrosa y no bene- ficiosa para el mercado. En aspectos más personales, el proceso de burbuja especulativa desata la avaricia de los agentes informados, que se alimenta a su vez de la avaricia de los agentes menos informados. Muchas rela- ciones de compraventa dejan de constituir formas genuinas de cooperación –quien vende ya sabe que el otro perderá con su compra– y, de esa manera, el sistema de mercado se agrede a sí mismo. Hasta los 90 los mercados y la regulación eran en gran medida nacionales. El mundo desarro- llado se dividía en el área anglosajona (bancos pequeños en general y mercados de acciones y deuda desarrollados), y el área europea y japonesa (peso de la banca muy importante en relación a los mercados de acciones y deuda). En el área anglosajona los bancos estaban separados entre banca comercial y banca de inver- sión. La banca comercial es la que da crédito, ponderando el riesgo, tomando la decisión de concederlo o no, y pidiendo la compensación adecuada. Está centrada en la pequeña y media- na empresa y en los particulares. La banca de inversión se concentra en la intermediación entre las empresas y los mercados, actúa de consultor de los mercados y opera en ellos. 5.7. EL NUEVO SISTEMA FINANCIERO
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