6 Ética de las Finanzas 180718
89 Segunda parte
bajo ciertos supuestos que después cambian, y otra muy distinta desde el punto de vista ético es sesgar la medición de los parámetros de forma intencional.
El objetivo para muchos directivos es el crecimiento de la empresa, un objetivo que no se cuestiona si está en línea con los intereses de los accionistas. Este objetivo se transmite a toda la organización incentivando la sobre-inversión, haciendo que los mandos intermedios adquie- ran un sesgo hacia manipular el criterio de decisión para invertir: el VAN es positivo con una frecuencia inusitada cuando hay dinero fácil. Además, el sobre-sueldo del mando intermedio se medirá por el volumen de inversión que controla, o mejor dicho, por el VAN que obtiene. Este ha sido el problema en muchas decisiones financieras, como los créditos a largo plazo, caracte- rizadas de suyo por el desarrollo de los resultados en el tiempo, pero tomadas por el valor que añaden a la empresa medido hoy. Desde el punto de vista de la organización esas decisiones están justificadas; para quienes las toman son beneficiosas; y solo a largo plazo se verán las consecuencias completas de unas decisiones centradas en el corto plazo. Cuando las inversiones se financian además con deuda, el problema es doblemente grave: a nivel individual porque puede llevar a la quiebra de empresas; a nivel agregado porque la quiebra de una empresa puede producir un efecto dominó en sus proveedores y sus acreedo- res. Encontramos claros ejemplos de sobre-endeudamiento y sobre-inversión en la economía española de la primera década del siglo XXI, particularmente en los sectores de la construcción e industrial, y a todas las escalas, desde el gran inversor al inversor individual. Los inversores tradicionales son los ahorradores: ellos compran las acciones, los bonos de las empresas y los gobiernos, invierten en su propia moneda o en divisas…Lo hacen directamente o bien a través de sociedades de inversión colectiva u otras formas jurídicas. Vamos a distinguir entre los inversores individuales y los institucionales porque su grado de influencia en el mer- cado es muy distinto. La inversión directa para el inversor individual, quien invierte por cuenta propia, tiene la ventaja de que es él quien decide en qué quiere invertir, cuándo comprar y cuándo vender. Hay algu- nos inconvenientes: el inversor individual paga comisiones más altas por cada transacción, y los beneficios tributan a una tasa superior a la de las instituciones de inversión colectiva. Para incentivar el ahorro y favorecer el desarrollo de los mercados de capitales, los Estados permiten la creación de instituciones de inversión como los fondos de pensiones o los fondos de inversión. Estas instituciones jurídicas tienen como objetivo canalizar el ahorro del pequeño 5.5. LOS PROVEEDORES DE FONDOS
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