6 Ética de las Finanzas 180718

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por la deuda son deducibles de impuestos, mientras que los dividendos no. La desventaja de la deuda es su exigibilidad: hay que pagarla en su debido tiempo y cuantía, mientras que los dividendos pueden no pagarse cuando las cosas vayan mal. La utilización de la deuda por los gestores de las empresas permite el apalancamiento: cuando los gestores son buenos operando los resultados finales se incrementan, pero también ocurre al revés, malos gestores pueden producir mayores pérdidas. El incremento de deuda lleva así aparejado el incremento de riesgo: aumenta la probabilidad de quiebra. El uso de la deuda no es solo una decisión técnica; cuando el directivo es compensado según sus resultados en for- ma de bonus o stock options tiene incentivos para endeudarse. Si las cosas van bien sus resulta- dos son excelentes, si van mal quien sale más perjudicado es el accionista. Esto último supone un comportamiento también ventajista para los accionistas en relación con los acreedores: tomar decisiones de inversión muy arriesgadas o utilizar deuda en exceso es una ventaja para accionistas y gestores a costa de quien pierde cuando salen las cosas mal, que es el acreedor. El comportamiento ventajista en el uso de la deuda puede darse también en los gobiernos. Los gobiernos se financian con los impuestos que gravan a las empresas y a los individuos, e invier- ten en infraestructuras, servicios sociales y el mantenimiento de la administración del país. La deuda contraída ahora, que otro gobierno deberá pagar más adelante, significa el incremento de las posibilidades de ser reelegido en la siguiente oportunidad a costa de los ciudadanos que hayan de pagar esa deuda en un futuro más lejano. Cuando los inversores toman decisiones de inversión utilizan en muchos casos criterios pura- mente técnicos. En jerga financiera realizan proyectos con Valor Actual Neto (VAN) positivo, y el riesgo está recogido en la tasa de descuento de los flujos. En realidad sabemos que los cri- terios de decisión técnicos esconden debajo de su aparente neutralidad algunas suposiciones que no se pueden obviar: estimaciones a largo plazo y la valoración del riesgo. El VAN puede ser positivo porque el proyecto es muy bueno o porque las estimaciones han sido optimistas, arrojando un numerador del VAN alto; o bien porque el tipo de descuento es bajo, y quizás el denominador del VAN no refleja bien el riesgo. Los criterios de decisión han servido en ocasiones para justificar acciones en contra del senti- do común financiero, sesgadas por los beneficios que reportan a quien las toma, cuando no simplemente manipuladas. En un entorno de tipos de interés bajos y gran confianza, el riesgo también puede medirse por debajo del umbral razonable, el tipo de descuento resulta enton- ces anormalmente bajo y el VAN tiene más posibilidades de ser positivo. Teniendo en cuenta además que las previsiones de los flujos de caja futuros dependen de estimaciones inciertas, tenemos una medida del VAN con muchos grados de libertad, por ello susceptible de ser mani- pulada con facilidad. Una cosa es equivocarse en la medición, otra que las previsiones se hagan

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