6 Ética de las Finanzas 180718

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4.3. EL PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN

Una vez recogida la información sobre el pasado, ha de ser procesada para producir predicciones sobre el futuro, que guíen nuestras decisiones. El principal problema aquí es de incertidumbre: el futuro resulta esencialmente incierto, todavía más cuando consiste en precios en mercados de valores que a su vez dependen de las decisiones de los demás. Esas decisiones están fuerte- mente condicionadas por sus expectativas, de manera que el círculo se cierra: el precio futuro de un determinado valor en un mercado depende de las expectativas sobre su precio futuro que se hayan formado los agentes en ese mercado (incluidos los agentes potenciales, lo que en la práctica significa los posibles inversores). La importancia de entender esta incertidumbre es grande. Desde que sir Isaac Newton propuso sus leyes matemáticas para los objetos físicos (1687), el impacto que ello produjo sobre ciencias nacientes como la Economía llevaron a pensar en una «Física social» análoga a la Física material de Newton, por parte de quienes se consideraban los «Newton de las ciencias morales». Nadie se da a sí mismo títulos tan extravagantes hoy en día, pero la idea persiste en las ciencias socia- les nacidas entre los siglos XVIII y XIX, como la Economía misma. Supone eludir la complejidad moral de una ciencia social en la que cada agente puede decidir sobre la base de planes y ob- jetivos muy distintos, a favor de una ley natural de atracción, igual para todos porque pertenece a la naturaleza humana: la maximización del beneficio. Una vez establecida esa norma común, el otro agente deja de ser una persona o una organización formada por personas, para volverse una especie de autómata cuyas decisiones podemos predecir. Es fácil notar que eso niega desde la ciencia misma la intencionalidad de los proyectos del otro (puesto que le atribuimos que sus proyectos van siempre a lo mismo), y en cierta manera su inteligencia (puesto que esta se vuelve meramente instrumental para alcanzar ese objetivo, sin revelar aspectos distintos o inesperados de la realidad) e incluso su libertad (porque actúa mecánicamente a la vista del objetivo; no elige más que el camino que le parece más efectivo para alcanzarlo). Ciertamente despersonaliza al otro en cuanto sujeto moral. Así simplificado el agente, puede ser necesario simplificar además el sistema. De este conoce- mos en realidad solo algunos puntos de los mercados (cantidad, precio de las transacciones) del pasado hasta hoy, y probablemente los valores de una serie de circunstancias que consideramos relevantes para esos precios de mercado. Sobre todo en este segundo caso, las series pueden ser demasiado cortas, tener periodos de colección distintos, corresponder a metodologías diferen- tes en el tiempo o el lugar, estar incompletas… Por ello, aplicar determinadas ecuaciones econométricas o chartistas a los puntos de mercado que tenemos para alcanzar predicciones suele implicar un “masaje” de los datos consistente en homogeneizar las series, completarlas si hace falta, eliminar outliers , etc.; empleando técnicas es-

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