6 Ética de las Finanzas 180718
65 Primera parte
La prudencia, sea a nivel personal, a nivel corporativo o a nivel macro, se mueve así entre dos extremos: el excesivo conservadurismo que no asume riesgos y por tanto resulta paralizante; y el excesivo aventurerismo, que genera movimientos muy fluidos de capitales a costa de arriesgar- los grandemente. Como veremos en capítulos ulteriores, este segundo riesgo es mucho mayor cuando los capitales no son propios, sino ajenos pero gestionados por uno (moral hazard) . La asi- metría beneficios-para-mí / riesgos-para-otros favorece los comportamientos imprudentes. Pero en este capítulo hemos notado que la imprudencia en la relación con la incertidumbre no solo es un fenómeno propio del manejar riesgos de otros, sino que puede darse en el modo en que las familias manejan sus propios riesgos y en el modo en que la realidad económica es analizada, hasta el punto de que tiene sentido preguntarse si ciertas formas de imprudencia, alimentadas por la competencia, no constituyen otra enfermedad generalizada en la cultura moderna.
3.7. CONCLUSIÓN: EQUILIBRIOS
La clave ofrecida en este capítulo para la moralidad de las finanzas y para la eticidad de los pro- fesionales en finanzas, es equilibrio . Hemos hablado de una serie de ellos:
• El orden entre medios y fines.
• El equilibrio entre los modelos relacionales.
• El equilibrio entre los stakeholders .
• El equilibrio debido adentro de cada modelo relacional, que es su justicia.
• El equilibrio entre el presente y el futuro, que es la prudencia.
Hemos mencionado que cada uno de ellos puede ser entendido como una propiedad de la persona y como una propiedad de las organizaciones e incluso de la cultura. En el primer caso está en juego la calidad ética del sujeto; en el segundo caso, más bien la calidad de la cultura organizacional, con posibles repercusiones hasta el conjunto de la sociedad. Aunque hemos mencionado psicopatologías morales de la persona reconocidas desde antiguo, derivadas de la capacidad del dinero y del riesgo para romper esos equilibrios, lo más preocupante tal vez ocurra a nivel social, en la cultura. Allí podríamos estar inmersos en dinámicas que nos propo- nen como“normalidad”lo que realmente son fuertes desequilibrios que nos llevan de crisis en crisis. Identificar y criticar esas dinámicas y optar por la restauración de los equilibrios en la propia persona y en la organización a la que pertenecemos, parece una tarea moral insoslayable: el primer paso para restaurar la calidad ética de lo que hacemos.
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