6 Ética de las Finanzas 180718

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depende de cuán bien marchen las inversiones que emprendió. Y el banquero que traza la estrategia de colocaciones, ve los resultados y recibe opciones sobre acciones a cambio, tiene probablemente una porción mayor de la responsabilidad que el cliente y el empleado banca- rio; por eso es remunerado también más y, según se ha visto en la crisis, con más seguridad. Esto nos sitúa en el terreno moral de la voluntariedad. Al actuar voluntariamente, la combina- ción rentabilidad-riesgo-liquidez que la persona asume es aceptable para ella dadas las condi- ciones del mercado, y a nadie sino a sí misma puede culpar si sale mal. Esto vale para las partes del contrato y también para quienes puedan sufrir externalidades (particularmente externali- dades negativas) como consecuencia. Con otras palabras, nadie debería soportar un riesgo si no hay una remuneración pautada en el mercado para ese riesgo, que voluntariamente acepta. La única “excepción” es el riesgo de no ser contratado, cuyas comillas significan que no es real- mente una externalidad, ya que transcurre dentro del mercado. De los criterios de voluntariedad sin duda el más problemático en las finanzas es la ausencia de ignorancia. Como hemos visto, las operaciones financieras poseen una dimensión temporal que llega a ser muy importante. Pero el futuro es, en esencia, incierto. El intento de convertir la incertidumbre en probabilidad da lugar a la teoría estadística de los riesgos, pero el concepto mismo de riesgo supone que el futuro será semejante al pasado, de manera que pueden apli- carse al futuro conclusiones extraídas de los datos del pasado. Como indicamos en el capítulo primero, sucede a veces que para el pasado no tenemos ‘grandes números’, sobre todo cuando se trata de eventos novedosos o extremos, que han ocurrido pocas veces o nunca. También puede ocurrir que la estructura de la realidad social haya cambiado de manera que los números del pasado sean ahora menos relevantes. La crisis de 2007 nos mostró lo fácil que es encontrarse frente a una estructura social suficien- temente novedosa como para que la estadística sobre riesgos resulte poco relevante. La globa- lización sienta a cada vez más actores –más ahorristas, más prestatarios, más intermediarios– a la mesa de juego. Obviamente, cada vez más actores tratando de adivinar lo que harán los demás actores o el mercado en su conjunto, vuelve al sistema más complejo. También lo hace la aceleración de los negocios movida por el crecimiento económico y la dinámica competitiva, y la informatización de cálculos y comunicaciones. Conforme el sistema se hace más complejo, puede cambiar insensiblemente de naturaleza: puede empezar a funcionar de una manera distinta que haga obsoleto nuestro conocimiento previo. El problema de estas transiciones cada vez más frecuentes no es solo que la estructura social sea nueva, sino que no sabemos cuál es ni los peligros que entraña. Durante el periodo de cambio, múltiples teorías dirigen nuestra mirada en diferentes direcciones, y carecemos de ex- periencia previa para elegir entre ellas. Finalmente, el fallo sistémico, la crisis, da y quita la razón,

LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6

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