6 Ética de las Finanzas 180718

245 Cuarta parte

B. HACER LO QUE NO SE HARÍA EN OTRO CASO

Una segunda línea de trabajo consiste en financiar aquello que, para la banca estándar, no constituiría una operación suficientemente provechosa. Es obvio que la operación debe ser via- ble si se trata de una institución financiera, porque esta no puede permitirse perder un dinero que no es suyo. No es una ONG a la que el público o el Estado da recursos sin esperar recupe- rarlos, sino que aquí hay verdaderos ahorristas que esperan poder contar con sus ahorros en algún momento. Sin embargo, las instituciones financieras éticas se han caracterizado por su creatividad a la hora de apoyar con asesoría, créditos, seguros e incluso diseños, modelos de negocio viables “en la base de la pirámide” donde las instituciones financieras estándar, si entran, es con ma- yores precauciones que en otros lugares sociales (porque en la base de la pirámide es precisa- mente donde no hay mucho colateral para respaldar los préstamos). Tal vez la más importante de estas iniciativas sean los microcréditos, ideados por el premio Nobel Muhammed Yunus y base del negocio del Grameen Bank (www.grameen-info.org). En ellos se otorgan créditos por cantidades muy pequeñas a personas que carecen de los mínimos para poder optar al crédito de una entidad financiera estándar: bienes que poner como cola- teral, un empleo estable, un historial bancario, etc. Con mucha frecuencia, en países del Tercer Mundo, se trata de mujeres. Lo que esas personas pueden ofrecer como garantía de devolución del crédito es solo la fuerza de sus redes sociales. Así, quienes reciben el microcrédito pasan a integrarse en grupos que responden solidariamente por los préstamos. Estos se emplean, sin embargo, individualmente, para comenzar pequeños negocios familiares de donde provienen los recursos para repagar los préstamos. En Bangladesh y en otras partes del mundo, el sistema ha demostrado ser sostenible económicamente, en el sentido de que la devolución de microcréditos es suficiente para mantener al banco que los otorga y para atraer nuevos ahorros al negocio. En otros lugares, sin embargo, sigue haciendo falta una aportación sistemática de recursos o de garantías y otras capacidades de tomar riesgos, aportación gene- ralmente realizada por ONG. Probablemente la diferencia entre un caso y otro sea cultural, y deba buscarse en la solidez de las respectivas redes sociales. En muchos lugares del mundo, el movimiento del campo a la ciudad rompió las redes sociales preexistentes, y en los grandes barrios urbanos no han lle- gado a formarse unas nuevas con fuerza parecida. En otros lugares, más trágicamente, ese rol destructor de vínculos comunitarios lo desempeñó la guerra o lo está desempeñando ahora el crimen organizado.

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