6 Ética de las Finanzas 180718
237 Cuarta parte
medio) entre la envidia y la malignidad. Ante una persona que sustrae indebidamente una gran cantidad de dinero de una empresa que dirige, pero que no es suya, la postura virtuosa sería la indignación, siendo malos los extremos: tenerle envidia por lo que ha hecho o desearle por ello el mal. Desgraciadamente en nuestra sociedad las personas que han actuado así, muchas veces han sido envidiadas, o por lo menos admiradas. Pensemos en un especulador que trata de comprar en el mercado bursátil cuando cae, para vender cuando ha subido. Su actividad es útil, pues modera las caídas que considera injusti- ficadas, por eso compra, y también modera las subidas que cree exageradas, vendiendo en tales casos. Los financieros decimos que así traslada información a los precios. Por otro lado, al comprar cuando muchos quieren vender, da liquidez al mercado cuando más falta hace. El que gane dinero con esta actividad nos parece éticamente correcto, pues realiza una función social, invierte su dinero y corre un riesgo por ello. Su profesión está abierta a que otros puedan dedi- carse a lo mismo si consideran que gana demasiado (además la entrada de nuevos competido- res irá disminuyendo sus ganancias). Pero muchas veces las cosas no funcionan tan bien como quiere la teoría y un especulador puede enriquecerse divulgando informaciones falsas (puede difundir la especie de que tal empresa está a punto de quebrar, para que sus acciones caigan estrepitosamente, comprarlas, y luego esperar a que se desmienta la noticia y suban), o usando informaciones privilegiadas, manipulando precios, impidiendo el acceso de nuevos especula- dores al mercado… Podríamos poner ejemplos de otras actividades financieras concretas que, bien desarrolladas, son socialmente útiles, pero que también pueden utilizarse torticeramente. A la vista del ejemplo anterior podemos entender por qué las actividades financieras tienen muchas veces una justificada mala prensa: con frecuencia los agentes financieros buscan es- tratagemas para “aprovecharse” de sus conocimientos, su posición, etc., y así ganar más de lo razonable. Esto, desgraciadamente, no es muy distinto de lo que ocurre en otros sectores eco- nómicos: hay empresarios que han hecho todo lo posible por hundir a su principal competidor, incluso violando las leyes, para situarse en una posición de dominio y ganar mucho más dinero. Se aplica aquí lo que decíamos arriba: ni los cambios éticos podrán generalizarse sin regulación y supervisión estructurales, ni estas funcionarán bien a no ser que se apoyen en las aspiraciones éticas de las mayorías.
17.5. CONCLUSIÓN
En este capítulo hemos propuesto reformar el modelo, mejorando la regulación y la supervi- sión del sistema financiero y de la economía en general, a la vez que pensamos que esa mejora precisará, cada vez más, de compromisos internacionales. Todos los países deberán ir cediendo soberanía a organismos supranacionales, que irán asumiendo más labores de regulación. Esto
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