6 Ética de las Finanzas 180718
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presas excesivamente grandes acumulan mucho poder, por lo que deberían estar especialmente controladas. Lo que ocurre es que estas megaempresas suelen operar multinacionalmente, por lo que los estados tienen más dificultades para controlarlas. A veces consiguen hacer a los estados competir entre sí por sus inversiones, cambiando el “lugar de control”del Estado a la gran empresa. Volvemos a la necesidad de esa autoridad económica mundial de la que hablábamos arriba. Y siguiendo con el problema del tamaño, el propio sistema financiero ha sido acusado, en nu- merosas ocasiones, de estar sobredimensionado. ¿Son necesarias o convenientes tantas opera- ciones y tantos agentes operando? Sin poner en cuestión la utilidad del sistema financiero, son muchos los que piensan que tiene un volumen excesivo. Precisamente fue James Tobin quien a principios de los años setenta del siglo pasado propuso una pequeña tasa sobre las transaccio- nes en divisas, para disminuir la especulación y la excesiva volatilidad de los tipos de cambio. Se desanimarían así operaciones innecesarias que pueden, además, desestabilizar la economía. La idea de esa tasa ha ido evolucionando, y mientras unos proponen que se utilice lo recaudado para ayudar a los países más pobres, otros quieren ampliar su base impositiva creando una “Tasa sobre las Transacciones Financieras” (TTF). La denominada Tasa de Tobin tiene así, actualmente, muchas variantes, pero las ideas fundamentales son dos: desanimar la especulación y conseguir una capacidad recaudatoria que ayude a los más desfavorecidos; por ambas razones resulta muy atractiva. También tiene algunos problemas, como que disminuiría la eficiencia de los mercados o que, si no la imponen todos los países, desviaría el comercio a aquellos que no la tienen. Además de los cambios estructurales de los que acabamos de hablar, también tenemos nece- sidad de una mejora ética. Los individuos y la sociedad deben replantearse sus valores, dando menos peso al “ganar dinero” y al “bienestar material” (unos mínimos son necesarios, pero se puede ser muy feliz con una digna austeridad), y fijándose menos solo en el corto plazo. Ha sobrado avaricia, y muchas veces también soberbia y envidia, entre muchos de nosotros. La sociedad también ha actuado mal, aplaudiendo el éxito económico con excesiva admira- ción (muchos recordamos algunos personajes que fueron objeto de indisimulada fascinación, básicamente porque habían ganado mucho dinero, sin que nadie quisiera preguntarse por los métodos que habían utilizado para lograrlo). Además ha habido procesos de selección adversa: los más inmorales han ascendido más fácilmente. Parece claro que hay que construir un pro- yecto moral para la sociedad, para sus instituciones e individuos, de manera que los sistemas educativos, la regulación, los incentivos, la selección, la opinión pública… impulsen los valores éticos. Es buena, además, la potenciación de actividades donde predomine la dimensión hu- manitaria (Benedicto XVI, Caritas in Veritate , 65).
LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6
La fuerza política para tal construcción nace a veces de la indignación ética provocada por la injusticia. Tal como plantea Aristóteles en su Ética a Nicómaco , la indignación es la virtud (punto
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