6 Ética de las Finanzas 180718
223 Tercera parte
En estas y en otras ocasiones, al profesional supervisor se le pueden plantear importantes con- flictos de interés que le dificulten actuar con la necesaria independencia y objetividad.
16.5. CONCLUSIÓN
Pensamos que la regulación y supervisión del sistema financiero es absolutamente necesaria, pudiendo haber mayor discusión en cuanto a su intensidad. Con frecuencia asistimos a impor- tantes confrontaciones entre los que proponen disminuirla y los partidarios de lo contrario, entre posturas más liberales y más intervencionistas. Los primeros priorizan la asignación de los recursos (función fundamental de la economía), mientras los segundos focalizan su interés en evitar los abusos y los fraudes, así como en preservar la salud del sistema (eludiendo riesgos innecesarios). Los liberales alegan, no sin razón, que un mercado intervenido asigna peor los recursos, pero los intervencionistas pueden tener muy a mano el recuerdo de la crisis del 2007, donde los excesos de muchos agentes en la asunción de riesgos, los engaños o las decisiones descabelladas nos llevaron a donde ahora estamos; es razonable suponer que una correcta re- gulación y supervisión hubiera podido prevenir muchos de estos problemas. Sin duda hay que encontrar un punto medio, pero creemos que este será siempre objeto de discusión y, mejor que hablar del tema en general, creemos que es adecuado bajar a la arena y estudiar problemas concretos: viendo en cada caso hasta dónde se debe intervenir y en qué sentido. A este respecto debemos ser conscientes de que será difícil encontrar soluciones ideales, y que, normalmente, deberemos conformarnos con la mejor de las posibles, o con la menos mala. Y aquí la Ética, con sus diferentes formas de pensar que enfatizan, sin embargo, el bien universal, va a desempeñar un papel fundamental. Como hemos ido comentando en el capítulo: ¿se puede hurtar a los ciudadanos información a la que tienen derecho para preservar la salud del sistema financiero?, ¿cómo debemos reaccionar a un conflicto de intereses construido en la descripción de nuestro puesto?, ¿hasta dónde debemos constreñir la libertad individual para pasar de trabajar en un organismo público a hacerlo para una empresa privada?, etc. Asumida la necesidad de reguladores y supervisores, estos deberán velar por el eficiente fun- cionamiento del sistema financiero, estableciendo unas reglas de juego limpio que protejan a cada participante en el mercado (sobre todo a los más indefensos). Para ello, deberán perseguir los abusos y los fraudes, vigilar la asunción de riesgos, y garantizar ciertos mínimos en las líneas generales de funcionamiento de los diferentes agentes implicados. La labor de los reguladores y supervisores públicos puede ser muy complicada: deben mante- ner su independencia, para evitar que presiones provenientes de otros niveles (como el poder político o el económico) condicionen su trabajo. Pero también pueden verse sometidos a con-
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