6 Ética de las Finanzas 180718
207 Tercera parte
Un claro problema de agencia surge cuando el objetivo de la gestora es generar comisiones de compraventa para la entidad de la que depende, lo que consigue rotando las carteras más de lo necesario. Rotar la cartera significa realizar ventas para luego comprar de nuevo acciones de ese emisor. Cada operación de venta o de compra genera comisiones para el intermediario, normalmente propiedad de la misma entidad financiera. Otro de los problemas de agencia se produce cuando se asignan los precios a los distintos fondos. Cuando una gestora compra títulos de Telefónica lo hace a lo largo del día, y por ende a distintos precios. Cuando hay que asignar los distintos precios de compra a los varios fondos de inversión que gestiona y a su propia cartera, puede hacerlo de la forma más desfavorable para los clientes más indefensos. En muchos casos la entidad gestora compensa a los gestores de fondos en función de la ren- tabilidad que obtienen. Cuando la rentabilidad del fondo no está siendo lo suficientemente alta en relación al mercado, el gestor puede tener incentivos para tomar un riesgo excesivo, de forma que si sale bien se consigue la rentabilidad, y si sale mal… es el fondo quien pierde valor liquidativo. No se trata de un comportamiento ilegal en absoluto, pero es un comportamiento que intenta camuflar la mala gestión a la vista de los resultados, con la toma de posiciones en acciones muy residuales o con mucho riesgo. Un problema adicional ocurre cuando los intereses del banco bajo el que opera la gestora pri- man sobre los intereses de los ahorradores. Cuando la CNMV exige que se pague a los clientes minoritarios de la banca el mismo precio que a los institucionales por las preferentes, en algún banco la gestora del banco marcó el precio que se había de pagar a los minoritarios. El banco compró las preferentes a su gestora a un precio pactado, convirtiéndola en el ‘cliente institucio- nal’ a partir del cual se determinaba la remuneración de los minoritarios. Las Sociedades de Inversión con Capital Variable (SICAV) son sociedades anónimas cuyo man- dato de gestión depende de los accionistas. La rentabilidad y el riesgo vienen determinados por las directrices de los accionistas principales. No están pensadas para el pequeño ahorrador: por el ahorro fiscal que permiten, han sido muy utilizadas para canalizar la inversión financiera de los grandes inversores: necesitan una inversión inicial de 2,4 millones de euros. Si compras y vendes activos financieros dentro de una SICAV, los beneficios pagan un 1% de impuestos. El inversor solo paga impuestos cuando recibe dividendos o vende sus participaciones. De hecho, a pesar de necesitar 100 accionistas como mínimo, con frecuencia el accionista es en realidad uno que ha repartido 99 acciones a otros grandes inversores, los denominados “mariachis”. Nor- malmente estas sociedades están gestionadas como si de un solo inversor se tratara, y dado SICAV
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