6 Ética de las Finanzas 180718

201 Tercera parte

la deuda o a una determinada emisión suya. Mide la probabilidad de que la deuda se devuelva en los términos pactados de cantidad y plazos, y en caso de que no se cumplan las condiciones, estima cuánto se podría recuperar y cuándo. En la terminología de Standard & Poors, AAA es la calidad crediticia más alta, con poco riesgo de impago. Cuando la capacidad crediticia es muy baja, CCC, hay una alta probabilidad de impago y los correspondientes activos se consideran muy especulativos (bonos basura, junk bonds ). Las emisiones de deuda en los mercados son muy heterogéneas, incluso las realizadas por la misma empresa. Las diferencias en vencimiento, cupones, y sobre todo las garantías para cubrir el pago de una determinada emisión, hacen que su calidad crediticia pueda ser distinta. La complejidad del análisis de deuda requiere de agentes especializados, que den información a los inversores; de ahí la relevancia de las agencias de rating . Por otra parte, como los inversores son múltiples para cada emisor, es mucho más fácil que el análisis para la clasificación sea pa- gado por el emisor de la deuda: el conflicto de intereses está servido. El rating es muy importante para los inversores. Algunos fondos de inversión tienen limitado el rating en el que pueden invertir. La relevancia del rating se ha incrementado en los últimos años, en parte por el crecimiento del mercado de deuda y por el proceso de globalización, y en parte por las titulizaciones de todo tipo de activos que van desde las hipotecas hasta las tarjetas de crédito, y que requieren un rating para poder ser colocados en el mercado. Hay tres grandes empresas de medición del riesgo de crédito: Standard & Poors, Moody’s y Fitch. Las tres agencias han constituido durante años un oligopolio. Al emisor, que paga a algu- na de estas agencias la calificación de su emisión, le interesa que le den un buen rating : cuanto mayor sea la calificación, menor será el coste de la deuda para él. El emisor siempre puede ame- nazar con cambiar de agencia de rating . En este contexto el juego de equilibrios es delicado y el analista ha de conservar la independencia para realizar bien su trabajo. A las agencias de rating se les ha acusado reiteradamente de reaccionar tarde a los hechos, siendo lentas en la reducción de la calificación crediticia. Los equipos de personas que emiten el rating resultan susceptibles de presión por las empresas emisoras: surge entonces la duda de si responden a los intereses de la sociedad en su conjunto o a los intereses de quien paga. Las agencias de rating contribuyeron al cambio de negocio bancario, a originar para distribuir. Inicialmente se titulizaron carteras de hipotecas: en la medida en que eran estándar, el conjunto podía ser considerado menos arriesgado que los riesgos individuales, y los bonos recibían el co- rrespondiente rating . El mercado se extendió a titulizar créditos a empresas y a tarjetas de crédito. Y posteriormente a titulizar carteras ya titulizadas, los CDO, con su correspondiente rating . En el proceso de transformación, re-empaquetamiento y reventa de los bonos, el riesgo desaparecía

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