6 Ética de las Finanzas 180718
20
los demás o por nuestra propia conciencia, quisiéramos separarnos de nuestra acción una vez que la hemos realizado, deberíamos negar su autoría personal, explicándonos tal vez con: no erami intención producir esos resultados; no sabía que tales resultados se seguirían de la acción; no fue mi voluntad hacer eso, sino que lo hice obligado o engañado. Como la responsabilidad se sigue de la intención, el conocimiento y la libertad, para separarnos de ella debemos negar una o varias de esas tres facultades, y afirmar que aunque nosotros realizamos la acción, no es en realidad nuestra acción. Más complicado es el tema de si somos responsables de las consecuencias de nuestra acción, como distintas a nuestras intenciones al realizarla. Una serie de escuelas de pensamiento valoran la acción moralmente por sus consecuencias (por ejemplo, el utilitarismo evalúa las consecuen- cias para todos los afectados; el nacionalismo solo para los de la misma nación; el egoísmo, para uno mismo, etc), de manera que para saber si una cierta propuesta es buena o mala, habría que mirar a sus consecuencias esperadas. Y para evaluar la bondad o maldad ética de una acción pa- sada, deberíamos mirar a sus consecuencias realmente ocurridas. Hay varios inconvenientes a este enfoque. Uno primero es que, como acabamos de mencionar, las consecuencias ocurren en el futuro de la acción, de manera que en el momento de tomar la decisión, que es el pasado de la acción, no podemos conocerlas sino solo estimarlas. Al final decidimos no a partir de las consecuencias de la acción, que podrían considerarse objetivas, sino a partir de las consecuencias esperadas, que envuelven desde su misma definición la sub- jetividad de quien espera. Por tanto, una cierta decisión puede ser buena al momento de tomarla (sus consecuencias es- peradas arrojan una suma total positiva) pero mala una vez ocurrida (sus consecuencias reales arrojan una suma total negativa), lo que tratándose de la misma acción no deja de ser extraño. Otro inconveniente es que el intento de valorar una acción por sus consecuencias esperadas nos sitúa, como hemos dicho, en el futuro de algo que todavía no hemos realizado, y es por tanto incierto, quizás más incierto cuanto más futuro. Con otras palabras, la acción dependerá de noso- tros, pero sus efectos dependen tanto o más de las reacciones de los demás y del contexto social, natural, etc., en que la acción ocurre. Todo ello puede escapar a nuestro control e incluso a nuestro conocimiento. Más todavía si nos movemos en un entorno complejo en que no necesariamente hay proporción entre causas y efectos, como hemos visto que a veces ocurre con las finanzas. ¿SOMOS MORALMENTE RESPONSABLES POR LAS CONSECUENCIAS?
LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6
En la literatura se mencionan otros inconvenientes de índole más moral, pero nos bastarán los anteriores para notar que la evaluación por consecuencias, incluso la más universalista de ellas,
Made with FlippingBook - Online catalogs