6 Ética de las Finanzas 180718
19 Primera parte
NATURALEZA Y CREACIÓN HUMANA
Como diría el maestro vasco, la acción moral no es algo que podamos permitirnos no realizar. Donde los animales tienen instintos y las máquinas mecanismos, nosotros tenemos que elegir sentimental y racionalmente. Ello hace que solo en parte nos adaptemos al mundo. De hecho, la historia humana consiste muy principalmente en lo contrario: en adaptar el mundo a noso- tros, construyendo una cultura entre las personas y la naturaleza. Una parte de cada vez mayor de nuestro mundo ha sido hecho por otras personas, y aunque ese mundo se apoya sobre la naturaleza en un sentido, en otro la corrige y modifica porque la preferimos diferente a como es en principio; por ejemplo, preferimos morir en torno a los ochenta años en vez de alrededor de nuestra “edad de diseño”, que es más o menos la mitad. Una de las consecuencias más visibles de ese creciente espesor cultural entre nuestras personas y la naturaleza se encuentra en la educación: con cada siglo que pasa son precisos más años para llevar a un niño o a un joven a la capacidad de desenvolverse productivamente en la sociedad de los adultos. En España la gente es ahora físicamente adulta con mucha frecuencia una década antes de ser socialmente adulta, de poder ganarse la vida por sí mismos. Hace un par de siglos, en la mayor parte de los oficios, ambas edades coincidían. Una segunda consecuencia es que, conforme la cultura se hace una parte más importante de nuestra vida, la naturaleza parece importar menos y nos resulta más difícil intuir el impacto de una sobre la otra. Miremos los objetos con los que entramos en contacto cada día: los que no están hechos por personas, son en sumayor parte objetos naturales manipulados y puestos ahí por per- sonas¸ por tanto artefactos culturales también. Viviendo entre cosas que otros hicieron aparecer, no es raro que concibamos a la persona como el protagonista de los procesos importantes para nuestra vida, y a la naturaleza como su pura“materia prima”, tan dúctil como sea necesario. En con- secuencia tenemos una conciencia ecológica menguada, por ejemplo respecto a la de un agri- cultor en contacto diario con la tierra, precisamente al mismo tiempo y por la misma razón que necesitaríamos tenerla ampliada: porque nuestra cultura se ha hecho más capaz que nunca de alterar la naturaleza hasta la catástrofe y, si la tendencia continúa, en el futuro lo será todavía más. En este libro no nos ocuparemos de la educación ni de la cuestión ecológica, pero nos sirven de referencia para enmarcar el entorno en que se toman las decisiones financieras. Al tratar de las finanzas, suponemos personas adultas que actúan típicamente negociando diferentes tipos de contratos con otras personas, bien sea de deuda, de otros tipos de propiedad, etc; por tanto en medio de la cultura humana.
Nos centraremos entonces en la persona que elige, y para seguir viviendo no puede no elegir, porque carece de un instinto que realice esa función compleja de decidir. Si, confrontados por
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