6 Ética de las Finanzas 180718
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En las grandes empresas cotizadas las reglamentaciones y recomendaciones para el buen go- bierno están pensadas en aras de la protección del accionista minoritario y la transparencia debida al mercado. Por ello se requiere a las grandes empresas un informe de buen gobierno, y transparencia sobre la remuneración de los consejeros. En las empresas medianas y pequeñas la propiedad suele ser familiar y normalmente el Consejo es más controlado por el accionista principal, sin olvidar las luchas de poder que pueden surgir cuando la propiedad dentro de la familia está muy fragmentada. En las grandes empresas el control del Consejo es el elemento clave para los accionistas mayo- ritarios o los grupos de poder. El accionista mayoritario dentro de la empresa puede monopo- lizar el Consejo, y con él la dirección, dejando al margen a los minoritarios. La dirección puede hacerse con el Consejo si no existe un mecanismo de representación clara de los accionistas. Los escándalos que surgen cuando las empresas quiebran suelen ser resultado de unas largas políticas de ocultación de endeudamiento o políticas de crecimiento mal planteadas, o más burdamente del desvío de fondos de la empresa al accionista fundamental. Ponen de manifies- to la pasividad de los consejos cuando la empresa crece y todo va aparentemente bien. Unos consejeros que no se implican en las decisiones tomadas, que a través de las comisiones de Auditoría y Control no detectan las inconsistencias entre la realidad empresarial y las cuen- tas presentadas; o que a través de las comisiones de Retribución se ocupan de satisfacer a los miembros del Consejo y no de la viabilidad de la empresa, son consejeros que no cumplen su función. Encontramos ahí un déficit ético fundamental. La responsabilidad de los consejeros, y sobre todo del Consejero Delegado encargado de la gestión, en muchos casos no llega a ser penal. Y lo que es más, a sabiendas de la nefasta gestión que han hecho en algunas empresas, son invitados a entrar en los consejos de otras. Sin em- bargo, la responsabilidad moral permanece. Sería bueno (recomendable para la sanidad de las empresas y de los mercados, ciertamente) que esa responsabilidad fuera reconocida por la ley y por la costumbre social; pero incluso cuando no lo es, sigue habiendo responsabilidad ética. El clientelismo y el corporativismo del mercado de consejeros son hechos en algunas de las grandes empresas españolas y en las relacionadas con el Estado. Los consejeros rotan de una empresa a otra, y la política constituye una buena vía de entrada en los consejos de adminis- tración. Las recomendaciones de buen gobierno parecen tener efectos más burocráticos de presentación de documentación sobre las prácticas de buen gobierno, que de regeneración de los consejos para incrementar la amplitud de miras de la empresa. Quizá ello sea solo un signo de cuán obedientes resultan los consejeros a quienes de hecho los nombran.
LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6
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