6 Ética de las Finanzas 180718
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Otro problema ocurre cuando se evita el pago de impuestos con la contabilidad; aquí pode- mos distinguir dos situaciones: la elusión fiscal y la evasión fiscal.
La elusión fiscal hace referencia a la utilización de vericuetos o vacíos legales para evitar el pago de impuestos. Se actúa dentro de la ley y, en consecuencia, no es ilegal. La elusión fiscal está generalmente aceptada (por ejemplo invertir en sociedades que tienen un mejor tratamien- to de cara al impuesto sobre beneficios), aunque puede ser virtuoso no utilizarla en algunos casos: supongamos que tras una venta muy lucrativa, podemos acogernos a una figura que nos permite no pagar impuestos, pero, pensando que esa figura está ideada realmente para otros casos y que debemos contribuir a la Hacienda común, decidimos no utilizarla y pagar los impuestos. La elusión fiscal puede ser éticamente condenable en los casos más sangrantes, como las empresas multinacionales que desvían muchas de sus ventas a países con menor imposición, dando lugar a que quienes más ganan sean, en ocasiones, quienes menos pagan. La evasión fiscal sucede cuando se incumple la ley para pagar menos impuestos: por ejemplo declarando unas ventas inferiores a las reales. Esta conducta es ilegal y, en principio, resulta éticamente censurable. Aunque las arbitrariedades del sistema fiscal dan argumentos a los que opinan lo contrario. En efecto, es relativamente fácil encontrar argumentos que justifiquen no solo la elusión, sino también la evasión fiscal. Vamos a reflexionar sobre este tema. Partamos de la base de que hay que pagar impuestos: creemos que esto es así y que hay obligación ética de pagarlos, pues el Estado tiene que recaudar los fondos necesarios para realizar una serie de actividades muy convenien- tes para la comunidad como garantizar la seguridad, administrar la justicia, construir y mantener obras y servicios públicos, regular agentes y mercados…, además de las actividades de gasto más claramente redistributivas como la sanidad o la educación públicas, los sistemas de pensiones o de cobertura del desempleo, los diferentes sistemas de ayuda a personas con problemas, etc., tal como ya comentamos en el capítulo 8. Sin duda, todo lo anterior se puede hacer con diferentes niveles de cobertura, y así el Estado puede utilizar más o menos dinero para subsidios de des- empleo o mantener una sanidad pública con estándares más o menos altos. De igual manera, el Estado puede ser más o menos eficiente en la utilización del dinero público. Y puede repartir la factura fiscal de diferentes maneras: con impuestos más progresivos, que recauden más entre los que más ganan y más tienen, o menos progresivos. En cualquier caso, en un sistema democrático todo lo anterior se articula en base a unas normas aprobadas por el parlamento, y parece lógico que la regla ética general sea cumplir las leyes, en este caso las tributarias. Esto podría ser válido, incluso, en sistemas no democráticos, pero aceptados por la ciudadanía.
LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6
Pero el ciudadano contribuyente puede alegar que es función del Estado establecer unas nor- mas que obliguen a pagar los impuestos, y que si hay fallos en la regulación que permiten la
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