6 Ética de las Finanzas 180718

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este campo; sin embargo nuestra postura que podría justificarse razonando a partir de la justicia, a partir de la utilidad del conjunto, a partir de los derechos básicos… es que una importante redistribución resulta necesaria. Pero como todo, también tiene su límite: si es excesiva puede llegar a desincentivar a los más productivos. Por otra parte, también es cier- to que algunas retribuciones que concede el mercado (pensemos, por ejemplo, en algunos deportistas) no son justificables por su productividad sino simplemente por su singularidad. Por otro lado, el mercado responde a la demanda de los que tienen poder de compra, y si los más ricos demandan bienes de lujo, a eso se destinarán los recursos, y si los más pobres no tienen capacidad económica para demandar alimento, no se producirá alimento para ellos; en definitiva, la asignación de recursos que hace el mercado solo es defendible si la distribución de la renta es mínimamente aceptable. No es ahora el momento de extendernos mucho más en el tema de la intervención del Estado en la economía, pero sí debe quedar claro para el lector que la consideramos necesaria, aunque algunos radicales libertaristas renieguen de ella. Otro tema es el grado de intervención desea- ble, que varía bastante de unas opciones políticas a otras (menos los liberales, más los socialis- tas), de unas culturas a otras (los anglosajones suelen ser menos partidarios de la intervención) o de unas épocas a otras (los periodos anteriores a las grandes crisis –de 1929 o de 2007– han sido de menos intervención, y los posteriores de más intervención). La globalización también afecta a la intervención del Estado. En un mundo globalizado muchos de los problemas trascienden la capacidad del Estado y necesitamos de algunas instituciones globales para la justicia, la regulación o la redistribución, como de hecho, de manera imperfecta, ya vamos teniendo. Si una distribución de la renta muy desigual pone claramente en cuestión la asignación de los recursos que se hace en un país, como comentábamos más arriba, la tremen- damente injusta distribución de la renta que tenemos a nivel planetario hace que consumamos enormes cantidades de energía o de agua por persona en los países más desarrollados, mientras que en los más pobres se carece de lo más elemental: es una desastrosa asignación de los recur- sos. Desgraciadamente el problema supera ampliamente las posibilidades de este libro, y solo queríamos apuntarlo para la personal reflexión del lector. En lo que sigue supondremos que el Estado ha sido capaz de cumplir su misión en los tres puntos arriba mencionados, y en el grado que la opción política dominante, la época y la cultura hayan determinado. En tales condiciones nuestra definición del objetivo financiero llevará a una correcta asignación de los recursos. Un tema que nos parece fundamental para que todo este modelo dé los resultados apetecidos es la transparencia. Ya hablamos de ella en el capítulo 4, pero la citaremos también aquí por su relevancia para este asunto. Si las empresas son transparentes y hay regulaciones y costumbres que llevan a la transparencia, dichas empresas se van a sentir mucho más predispuestas a ser responsables con sus stakeholders . Al fin, la empresa depende de la colaboración voluntaria de

LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6

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