6 Ética de las Finanzas 180718
135 Tercera parte
eso hay que aclarar que la empresa debe maximizar su valor dentro de la ley. También podría aumentar su valor con actividades legales aunque éticamente reprobables, y eso, obviamente, tampoco nos parece correcto. Podría maximizar su valor fabricando y vendiendo coches de lujo en una sociedad donde hay unos pocos ricos (los que compran los coches de lujo), pero en la que mucha gente pasa hambre: ¿sería éticamente correcto dedicar muchos recursos a fabricar bienes de lujo cuando hay gente que no ha cubierto sus necesidades básicas? La respuesta pensamos que debería ser que no, por lo que para que este sistema funcione debería haber una cierta igualdad en las rentas. Sobre estos temas volveremos más adelante. También nos parece importante insistir sobre el interés que tiene el mantener un objetivo claro para paliar en lo posible el problema de agencia (que ya vimos en el capítulo 6). Los directivos pueden preferir un objetivo más difuso o una multiplicidad de objetivos que les permita per- seguir al final sus propios objetivos (“a río revuelto, ganancia de pescadores”, dice el refrán). Al definir el objetivo de maximizar el valor es más fácil evaluar la idoneidad de las diferentes polí- ticas aplicadas o detectar los conflictos de interés, a la vez que resulta más claro el sistema de incentivos basado en la creación de valor que permitirá alinear los intereses de los directivos (y de otros empleados y colaboradores de la compañía) con los de la empresa. Mucho se ha discutido entre los partidarios de mantener un único objetivo para la empresa, que nosotros hemos definido como la maximización de su valor en el mercado, y los que pre- fieren una multiplicidad de objetivos. Y hay que reconocer que no les faltan buenas razones a unos y otros. Los primeros suelen argumentar en la línea que mantienen los códigos de buen gobierno arriba comentados, y con razonamientos similares a los que hemos desarrollado en el apartado anterior, por lo que no los repetiremos ahora. Los segundos argumentan que en la empresa están interesados distintos partícipes sociales o stakeholders (accionistas, directivos, empleados, clientes, proveedores, acreedores, sociedad…) y que a todos hay que satisfacer. Adoptar el objetivo financiero significaría dar una excesiva preponderancia a los accionistas sobre el resto de stakeholders . Parece más justo considerar los objetivos de los diferentes partí- cipes y llegar a un compromiso para tratar de satisfacerlos en una proporción equitativa. Esta postura, con más o menos matices, tiene bastante predicamento entre intelectuales que observan el problema desde fuera (especialistas en disciplinas más o menos alejadas de la economía), también entre bastantes economistas o profesionales de la gestión de empresas, y entre los ciudadanos en general. Y es que hay que reconocer que el proponerse múltiples ob- jetivos para atender a todos los partícipes encaja más fácilmente con muchos planteamientos éticos. Sin embargo es una realidad que las finanzas apuestan por el objetivo financiero, tanto 8.3. ¿ES ÉTICO EL OBJETIVO FINANCIERO?
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