6 Ética de las Finanzas 180718

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Podemos saber, sin lugar a dudas, que la combinación de apoyo público y conciliación empre- sarial utilizada en España no está alcanzando sus objetivos: cada cohorte de edad es menor que la anterior desde hace 35 años. Esto es tanto como decir que en España la reproducción del capital (a través de la producción y el consumo de las empresas) está fagocitando a la reproduc- ción del trabajo (a través de las familias) y que ello va a producir un problema socio-económico mayor a nivel de todo el sistema en muy pocas décadas. La discusión de cómo abordar las causas y los efectos de este problema sigue abierta, más aún cuando la globalización establece condiciones sociales muy desiguales de competitividad, las empresas realizan arbitrajes regula- torios buscando los países más baratos, etc. Con quién formar pareja y en qué empresa trabajar son quizás las dos decisiones más impor- tantes que el común de las personas toman al llegar a la edad adulta. Ambas responden a ne- cesidades básicas, pero las dos tienen también un significado moral profundo: nos ponen en el camino para construir la calidad de personas que vamos a ser en el futuro. En este capítulo hemos visto cómo ocurre ello a través de la potencia de socialización moral que tiene la empresa. Para el trabajador situado en la parte inferior de la correspondiente escala jerárquica, la empresa posee la fuerza configuradora de una situación moral, que él ha elegido por ciertas razones pero que es como es y tiene pocas posibilidades de cambiar inicialmente. Esa situación gobierna sus objetivos profesionales, probablemente también el tipo de acciones con que los alcanza, intenta ajustarle a sus valores y a sus modos de relación propios, y pide su esfuer- zo para seguir construyéndose a sí misma. Su posibilidad de cambiarla, al menos al principio, pa- rece pequeña. Eso nos ocurre cuando comenzamos a trabajar en una empresa recién graduados. Si nuestras convicciones éticas personales tienen buen acomodo en la cultura organizativa de la empresa, todo ello será para bien. Sentiremos que nos realizamos moralmente en el trabajo. Pero si hay algunos desajustes profundos, se nos plantean dos alternativas. La primera consiste en si mantener interiormente el disenso con la cultura organizacional, o suprimirlo, también internamente. Muchas personas no pueden aguantar largo tiempo la disonancia entre lo que piensan y lo que hacen, así que si no pueden cambiar sus acciones, cambian sus convicciones y empiezan a pensar como conviene a la estructura en la que se encuentran. Por supuesto, esto supone un triunfo de la estructura sobre el individuo: el ideal institucional. Si uno decide mantener sus propias convicciones en la disonancia, todavía queda la alternativa de permanecer en la organización hasta llegar a una posición de poder suficiente para cambiar algunas cosas en ella, o bien abandonarla y buscar otro trabajo, lo que requiere haber conser- 7.6. CONCLUSIÓN: EL SIGNIFICADO ÉTICO DE UNA DECISIÓN

LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6

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