6 Ética de las Finanzas 180718

127 Segunda parte

El sistema mismo que crea tales presiones no es socialmente sostenible. Si toda la carga de la reproducción del trabajo se pone sobre las familias, y al mismo tiempo solo la reproducción del capital produce las ganancias monetarias por las que el sistema llama a moverse, el resultado será un desequilibrio poblacional severo. A ese desequilibrio el sistema no puede sobrevivir, porque una sociedad de consumo necesita consumidores y la formación de hábitos de consu- mo se concentra en la infancia y la juventud, justo los segmentos poblacionales en retroceso. Esto por no hablar de lo que va a ocurrir con el Estado de Bienestar, que provee la seguridad necesaria para que el capitalismo funcione, si faltan cotizantes jóvenes y sobran perceptores mayores de pensiones y servicios sanitarios. La respuesta liberal a este problema consiste en romper el carácter solidario del sistema, y que cada cual se pague con su trabajo los servicios sanitarios y las pensiones que vaya a utilizar. Los imprevistos pueden ser cubiertos por seguros privados y los casos límite por cierta asistencia estatal. El problema de la natalidad no queda así resuelto sino solo “privatizado”. Respuestas alternas se han propuesto también desde otras posiciones ideológicas, que no quieren realizar la ruptura del principio de solidaridad en la Seguridad Social. Su base consiste en reconocer que la reproducción del factor trabajo posee externalidades positivas muy gran- des, esto es, que tener hijos no solo es un beneficio para los padres sino para toda la sociedad (y en un sistema solidario de seguridad social lo es de una manera muy clara). Si es beneficio para toda la sociedad, toda la sociedad ha de contribuir al coste correspondiente. Una línea de pensamiento considera la posibilidad de que haya ventajas económicas públicas por cada hijo que se tenga (desgravaciones en los impuestos, menores tasas a partir del tercer hijo…). Llevado más adelante, ese principio sostendría la necesidad de que el Estado pagara a quien se dedica a criar hijos pequeños, de manera que retirarse del trabajo por unos años fuera una opción económicamente viable para la mayoría de las personas (particularmente mujeres, pero no solo). Evidentemente, más prestaciones económicas públicas por cada hijo implica mayores impuestos al conjunto de la población, de manera que sería la sociedad quien apoyara económicamente a la familia que decide tener más descendencia. Otra línea de pensamiento coloca la responsabilidad social donde se produce la creación social de riqueza: en las empresas. Una serie de medidas en la legislación laboral tienden a evitar la discriminación de las mujeres que deciden tener hijos; otras medidas procuran cierto apoyo económico o de tiempo a la tarea de crianza. La palabra clave es aquí “conciliación”, esto es, que resulte posible compatibilizar bien un trabajo remunerado (por tanto reproducir el capital) y la crianza en una familia (por tanto, reproducir el trabajo). Algunas empresas se empeñan en ello más que otras; y es que, aunque haya ciertos beneficios para la misma empresa en la concilia- ción, el grueso del beneficio no familiar de tener mas hijos lo obtiene la sociedad en su conjunto.

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