6 Ética de las Finanzas 180718
105 Segunda parte
miembros del Consejo de Administración. De hecho la Junta se convierte en un mero trámite, y el Consejo que administrará la entidad durante el ejercicio económico queda constituido de acuerdo con los deseos del presidente. Esta situación, con alguna matización que haremos más adelante, es muy frecuente en las grandes compañías. En estas condiciones la marcha de la entidad queda en manos de una serie de agentes: presi- dente, Consejero Delegado, miembros del Consejo de Administración, algunos altos ejecuti- vos…, y los accionistas deberán confiar en que van a administrar correctamente sus intereses. Dado que los propietarios no pueden, o no quieren, gestionar directamente la empresa, dele- gan en unos agentes para que lo hagan en su nombre. El problema de agencia aparece cuando estos agentes buscan sus propios intereses, anteponiéndolos a los de los propietarios y a los de la empresa en su conjunto. Es conveniente notar que este problema práctico es también un importante problema teórico en el marco moral neoclásico, fundamento de buena parte de las Finanzas. El punto de partida del marco neoclásico consiste en que todos los agentes son maximizadores de su propia utilidad, comoquiera que personalmente la entiendan. Entonces se plantea qué razón tendría el agente empleado por una compañía para maximizar el cumplimiento de los objetivos de la compañía en vez de maximizar el cumplimiento de sus propios objetivos individuales, su propia utilidad. Con una sola decisión solo se pueden maximizar dos variables siempre que estas coincidan en el máximo. En cuanto haya alguna divergencia entre las decisiones que alcanzan el máximo de la empresa y el máximo del empleado, se plantea el problema que hemos enunciado: por qué el empleado se decidirá por el máximo para la empresa siendo, como se supone que es, un agente neoclásico que elige siempre el máximo para sí. Debe notarse que en otros marcos de comprensión ética no se plantea el mismo problema teórico. Por ejemplo, si la cuestión se considera desde la ética del profesional, vemos que el rol social de un profesional consiste precisamente en servir al mejor interés de su cliente. Es decir, él existe para suplir las limitaciones de información y de saberes de su cliente, no para explo- tarlas a favor propio. Igualmente, si el tema se considera desde la ética del deber, el directivo ha firmado un contrato con la compañía que le obliga a poner sus capacidades al servicio de esta. No hacerlo cuando el mejor servicio de la empresa difiere del mejor servicio a uno mismo, rompe el contrato. Pero si todos los contratos pudieran ser ignorados cuando conviniera a uno de los firmantes, simplemente dejarían de tener sentido. No serían creíbles como compromisos y por tanto resultarían inútiles.
Tanto en la ética de los roles sociales como en la ética del deber, el problema de agencia es me- ramente práctico, no teórico. Con ello queremos decir que lo moralmente adecuado está claro,
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