6 Ética de las Finanzas 180718

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ductos. Los productos financieros estructurados responden a la demanda de mayor rentabilidad de los inversores. El inversor no puede dejar escapar la oportunidad de ganar en bolsa: la bolsa solo sube, todo el mundo lo hace, no se puede perder la oportunidad; además, ha cambiado el paradigma de la economía, ahora hay internet y la vieja economía no sirve de referencia. Para un inversor individual es fácil entrar en la burbuja, en este proceso que se ha repetido a lo largo de la historia pero que es difícil de identificar cuando se lo está viviendo. Galbraith (1990) relata de forma muy amena las burbujas financieras históricas, pero no es un referente, tienen mucho más éxito los libros de gurús que animan a invertir en bolsa. La prensa financiera con- tribuye a alimentar la burbuja. El comportamiento de los individuos abandona a menudo la prudencia –virtud ética característica del inversor– en la medida en que la avaricia le produce miopía a la hora de interpretar el mercado. Para el inversor institucional el cambio en las reglas del juego y la desregulación abren muchas puertas a la ineficiencia en la organización de los mercados y a los abusos de los operadores financieros profesionales. El problema de la especulación a nivel individual se magnifica cuan- do el inversor es institucional, ya que a las irracionalidades se suman las limitaciones propias de un mercado poco organizado, con pocos agentes, que permite la apertura de bolsas de inefi- ciencia. Los problemas éticos que afrontan en su toma de decisiones la banca, las empresas de seguros y los gestores profesionales, los abordaremos explícitamente en los capítulos 12, 13 y 15, respectivamente. La crisis de 2007 plantea la pregunta de en qué medida el sistema financiero ha cumplido su función social: la eficiente asignación de los recursos en el proceso de intermediación de aho- rradores a inversores. Es evidente que la liberalización financiera de las anclas nacionales, y la globalización en general, han contribuido al crecimiento económico y al incremento del bien- estar de muchas personas. Las partes del sistema financiero no sujetas a competencia, depen- dientes de empresas o poderes políticos, han ido desapareciendo. La competencia permite la mejor asignación de recursos, y en este sentido el mercado financiero ha cumplido su función: ha sido capaz de asignar recursos a las nuevas tecnologías, a las nuevas ideas y abrir el mundo a los países emergentes. Sin embargo, a la vez, el sistema financiero ha sido el origen de una gran crisis, una crisis que, entre otras cosas, ha disminuido considerablemente la otorgación de crédito a la economía real, y por tanto la intermediación financiera. Como plantean Rajan y Zingales (2004) un mercado financiero eficiente es un delicado equili- brio entre la libertad de acción y la regulación. Para que el mercado de capitales sea eficiente y cumpla bien su función de asignación de recursos necesita muchos partícipes independientes, y también necesita que el regulador cuide de que no haya agentes que jueguen con ventaja. El enemigo de un sistema financiero realmente competitivo está dentro, en la medida en que

LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6

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