MANUAL CERTIFICACIONES PROFESIONALES
CERTIFICACIONES PROFESONALES
4. El rol del director de proyectos
A lo largo de mi trayectoria profesional,
me he encontrado con muchas personas que
decían ser directores de proyectos, pero que
en realidad no lo eran, y peor aún, no tenían la
actitud para llegar a serlo. Estas personas,
aunque no lo reconocían, encontraban su zona
de confort en decidir y ejecutar todas y cada
una de las actividades de tipo técnico, especializándose en su ámbito de dominio tanto
que nadie más podía hacer ese trabajo, igualar su ritmo, solucionar las crisis, atender
las quejas, etc. Cuando estas personas lideraban equipos, no delegaban todas las
tareas técnicas, y la forma de controlar a los miembros del equipo era entrando en los
detalles técnicos, debatiendo más el “cómo hay que hacerlo” que el “qué hay que
hacer”.
Lo que tenían entre manos, ¿era un proyecto? Podemos decir que sí. Había
equipo, hitos, plazos, presupuestos, objetivos, requisitos, validaciones, etc. También
había un código de proyecto para imputar horas y gastos.
Sin embargo, a mi juicio, estas personas no gestionaban proyectos. Si no
gestionaban su trabajo conforme a un plan, si todos los días cambiaban el alcance, si
no se anticipaban a los posibles problemas, en definitiva, si no había ninguna
proactividad ni predictibilidad, no llamemos a eso gestión de proyectos, llamémoslo de
otra forma: digamos que gestionaban operaciones, servicios, asistencias técnicas,
soporte, etc.
La dosis de realidad llegaba cuando saltaban las grandes crisis. El proyecto iba
perdiendo mucho dinero, o bien se admitía que era imposible cumplir los objetivos, o lo
que se entregaba era “inaceptable, de mala calidad” según el cliente, etc. Entonces la
solución solía ser reemplazar al Director de Proyectos por otro, con graves perjuicios
para cliente y proveedor, y la consiguiente depresión por parte del Director de
Proyectos saliente.
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