6 Ética de las Finanzas 180718
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CAPÍTULO 3 LA PERSONA, EL DINERO Y EL RIESGO
3.1. INTRODUCCIÓN
LECTURAS MFIA Ética de las Finanzas LIBRO 6
Una diferencia importante entre los libros antiguos y los libros modernos sobre Ética de las fi- nanzas, consiste en que los antiguos se ocupaban con gran detalle de las actitudes personales hacia el dinero y el consumo, mientras que los modernos dan esas actitudes por supuestas, y se preguntan únicamente por la persona como agente o representante en los mercados y por sus roles profesionales, los oficios financieros. Con otras palabras, se ocupan únicamente de lo que el sujeto hace o no hace como operador financiero, pero no de lo que es y de cómo se posiciona respecto al dinero y al riesgo. En este texto prestamos una gran atención, indudablemente, a los problemas derivados de la práctica profesional; de hecho, a ello se dedica la mayor parte del libro. Pero no queremos dejar pasar la ocasión sin un capítulo dedicado a las virtudes y los vicios que la tradición intelectual de Occidente reconoce a la persona en su relación con el dinero y con el riesgo. Hay una razón para ello: el paso que hemos llamado “de los antiguos a los modernos” supone un enriquecimiento de la perspectiva en muchos aspectos, pero también un empobrecimien- to en el aspecto específico de las actitudes éticas personales. La razón es fácil de comprender: a la cuestión que preocupaba a los “antiguos”, los “modernos”dan una respuesta implícita tomada de la Microeconomía neoclásica: si no tiene motivo para hacer algo diferente, la decisión del agente económico maximizará su beneficio. Si es un inversor maximizará la rentabilidad por euro invertido dados el riesgo y la liquidez asumidas. Si es un consumidor maximizará su utili- dad, determinada por la máxima relación beneficio / coste, sea lo que sea que cuente como su beneficio y como su coste, sea cual sea el plazo en que calcule. Una primera duda moral es cómo puede ser que una decisión venga dictada por un cálculo matemático: ¿dónde está ahí la libertad de la persona? En el capítulo primero indicamos que la libertad abre un espacio de indeterminación donde se sitúa la vida moral, por la necesidad de tomar decisiones para actuar individual o colectivamente en ese espacio indeterminado. El espacio queda abierto precisamente porque no hay un mecanismo o un instinto que dé res- puesta a todos los problemas que se plantean a la persona, por sí sola o tomada junto con otras. No hay tampoco un cálculo que mecánicamente le ofrezca esa respuesta, sino que si se usa un cierto cálculo (por ejemplo, el máximo beneficio / coste), ello es porque la persona o el grupo lo han decidido así en ejercicio de su libertad.
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