6 Ética de las Finanzas 180718
247 Cuarta parte
es como sus ramas, con la función de hacer circular el dinero de donde abunda a donde se le necesita. El problema ocurre cuando las ramas son mucho más grandes que la raíz: el correspon- diente apalancamiento hace al árbol inestable. Eso es lo que viene ocurriendo con las transacciones financieras. La mayor parte de ellas ya no co- rresponden al financiamiento de la economía real (una colección de juegos gana-gana), sino que constituyen un juego gana-pierde con base en los precios esperados de los mismos productos financieros. Quien se equivoca respecto a esos precios pierde, quien acierta gana, pudiendo apos- tar a favor o en contra del producto real subyacente. Cada vez más hay quien se hace rico y quien se arruina en la especulación financiera, sin mayor consideración de bienes o servicios reales. Las finanzas han cambiado su naturaleza primigenia, ya no sirven sobre todo para canalizar el ahorro hacia las iniciativas de la economía productiva, sino que más bien se sirven de la econo- mía productiva para sus juegos especulativos. La volatilidad de los precios es un resultado de este proceso de financiarización de la economía. Vemos al petróleo pasar de 40 a 140 en un mes y nos preguntamos si ello tiene algo que ver con la oferta y la demanda de energía. En realidad no; ambas siguen más o menos donde solían. Tiene más que ver con las expectativas sobre el valor de productos financieros cuyo subyacente es el precio del petróleo, pero que en realidad multiplican por mucho el valor del petróleo realmente comercializado. En el análisis de quienes se interesan por las instituciones financieras éticas, este es el resultado de un proceso en que todos, desde el ahorrista hasta el operador financiero, se preocupan por maximizar su beneficio a corto plazo y ninguno por cómo lo consigue, por su impacto sobre la estabilidad o la igualdad social, por sus efectos ecológicos, etc. El resultado son unas finanzas que por la maximización inmediata del rendimiento incurren de lleno en los grandes problemas éticos que mencionamos, y que finalmente producen consecuencias desastrosas para todos. Estas situaciones serían menos probables si tanto los clientes de las entidades financieras como los operadores financieros, mostraran una mayor preocupación ética. Las finanzas éticas tien- den a ofrecer canales institucionales para ello, como vimos. Pero además de mejorar la calidad ética de sujetos y empresas, cabe también cambiar la relación entre ellos. Al fin, el capitalismo financiarizado se caracteriza porque el ahorrista que quiere maximizar su rendimiento corrien- do un cierto riesgo, deja su dinero en manos de un agente financiero con la misma motivación pero que corre bastante menos riesgo, un problema de agencia que ha aparecido varias veces en capítulos anteriores. Obviamente, en ningún sitio se puede ganar más que en un casino cuando se juega con dinero de otros.
¿Qué tal entonces si cambiamos la relación entre ahorrista y operador financiero? Eso es lo que intentan una parte de las instituciones de finanzas éticas, que constituyen cooperativas donde
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