6 Ética de las Finanzas 180718

15 Primera parte

al equilibrio, de forma que por sí solo, con dejarlo actuar, ya provee él la estabilidad necesaria. Por ejemplo, si falta el crédito, este se encarece, con lo cual la cantidad demandada de crédito disminuirá y la ofertada aumentará, hasta un nuevo punto de equilibrio en que oferta y deman- da de crédito se igualen a un cierto precio del dinero. Una falta prolongada de crédito no es pensable en una epistemología del mercado autorregulador; y sin embargo, está ocurriendo. Curiosamente, la epistemología de la no linealidad, con desautorizar en parte el pensamiento basado en el mercado como mecanismo ideal de asignación social, no sitúa en su lugar al Estado. La forma de ver y pensar propia del Estado consiste en detectar males sociales y hacer planes para solucionarlos (o, más bien secundariamente, para que la sociedad los solucione). Está afectada por la misma linealidad entre causa y efecto que toca a la Microeconomía neo- clásica, en cuanto debajo late el supuesto de que los mecanismos que unen causa con efecto en la sociedad pueden conocerse bien y, armados con ese conocimiento, podemos actuar con políticas públicas sobre las causas para obtener los efectos deseados. Innumerables departa- mentos de políticas públicas se dedican a esa tarea de descifrado, usando la estadística a través de teorías y métodos empíricos aplicados a masas ingentes de datos. Como en el caso de los mercados, esta es una historia de éxito parcial y fracaso parcial. La ac- ción de los Estados ha sido decisiva en la modernización de muchas sociedades, pero también son muchas las que han fracasado en ello, y muchos los fracasos del Estado incluso en los lugares donde ha tenido éxito en general. En particular, la crisis ha dejado a la población pre- guntándose dónde estaba el mercado cuando se esperaba de él una reacción proporcionada al problema de base (mala praxis en torno a 300-500 mil millones de dólares en hipotecas nor- teamericanas; no decenas de billones destruidos en valor y perdidos en producción en todo el mundo); y dónde está el Estado cuando se espera de sus políticas públicas que restaure el crédito, el empleo de los factores de producción y, por tanto, el financiamiento del gasto social, a niveles semejantes a los anteriores a la crisis, o al menos a los anteriores a los anteriores. Esta percepción más general de no linealidad con su correlato de incertidumbre, decíamos, ha ayudado a quienes están profesionalmente fuera del oficio a comprender algunas afirmaciones de los financieros. De ellas, quizás la más interesante se encuentra aquí y allá en el documental Inside Job . A la pregunta del locutor, Matt Daemon, dirigida a algunos grandes operadores pri- vados y públicos de las finanzas norteamericanas, sobre si los efectos de su práctica no eran de esperar, una respuesta frecuente fue: “Sí, en retrospectiva”. Lo mismo vino a decir el ex-chairman de la Reserva Federal, Alan Greenspan, en su célebre comparecencia ante el Congreso ameri- cano en 2010: los efectos autocorrectivos del mercado que, por motivaciones ideológicas libe- rales, esperaba, no ocurrieron. En retrospectiva es más fácil hablar de un mundo no lineal que en prospectiva. O, como se dice a veces con una broma profesional: “los economistas pasan la mitad del tiempo prediciendo lo que va a pasar, y la otra mitad explicando por qué no pasó”.

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